miércoles, febrero 22, 2017

“Chi Po”, de Francisco Garamona






El lugar y la fecha en que nació se desconocen.
Era pintor, poeta y músico.
Los poemas venían por sí mismos,
los cuadros se pintaban solos y las melodías
que le sacaba a su flauta también.
La materia misma estaba ya fijada
aunque él nunca sabía cuál sería
el resultado de todo eso.
Después de 40 años de trabajo sostenido
sólo buscaba la creación de ciertas “atmósferas”,
ya que lo único que tardaba en alcanzarlo
era la muerte a la que esperaba ansioso
porque sabía que su espíritu se consumía
en el torbellino de su inquieta imaginación.
¿Y para qué pintar un paisaje o poner
en palabras o notas las secuencias de un ritmo?
¿Por qué había que imitar la música
del arroyo desbordado o en calma?
Una noche hizo una fogata en la que destruyó
toda su obra, y tomando a su flauta por los extremos
la quebró secamente golpeándola contra una roca.
Al otro día abandonó su aldea
y durante diez inviernos se convirtió en vagabundo.
Cuando ya era un anciano, el gobierno del Emperador
le consiguió un ínfimo cargo en un Teatro Imperial
donde se representaban dramas y comedias
al gusto de la época. Ahí experimentó la frustración
ya que sus años de vagabundeo lo habían alejado
para siempre de la vida mundana.
Murió al caer de un caballo
en la entrada de unas termas adonde los actores
iban a tomar sus baños medicinales.



en La cobra rubia, 2013






No hay comentarios.: