Estos amigos míos
llegarán atrasados a mi funeral
todavía con dolor de cabeza
y acidez en el estómago.
Aparecerán cuando el sacerdote
esté cerrando su biblia
y de la Biblia caigan gotas
de lluvia incierta,
luego cuando el panteonero lance
el primer terrón
se pondrán el sombrero
subirán el cuello de sus abrigos,
o abrirán sus paraguas
y se irán haciendo comentarios
sobre este tiempo de carajo,
que ya estaría bueno
que saliera el sol
para sacarse esta ropa de lana
y abrazar
definitivamente
a la primavera.
en Graves,
leves y fuera de peligro, 1987
No hay comentarios.:
Publicar un comentario