Lo
encontraron al fondo del otoño
como
un poco de cielo derribado.
Degollado
de luz en lecho de oro,
allí
estaba el amor asesinado.
Eran
de vidrio y cedro los amantes,
eran
dos urnas vivas, cada uno
llevaba
al otro dentro, y transparentes
mostraban
sus cadáveres desnudos.
Y
huían de ellos mismos los culpables,
de
la pasada dicha, de las noches
de
cálido esplendor, de las amables
tardes
celestes del pasivo goce.
Huían
por un bosque de sollozos,
pisando
besos secos, desbrozando
verdes
caricias de turgente roce.
Y
estaban solos, fríos y aterrados,
viendo
blanquear entre sus propias sombras
los
ojos del amor asesinado.
en Antología, 1961
1 comentario:
Hãng xe Audi
Hãng xe BMW
Hãng xe Chevrolet
Publicar un comentario